SISTEMAS DE COSECHA DE AGUA


Dicen en Perú que el que cosecha agua sin haberla sembrado es un ladrón. La frase está llena de significado. En España tenemos un par de millones de pozos que cosechan agua subterránea sin que sus propietarios sepan que el agua también se siembra. Los pueblos quechuas y aymaras lo hacen en los Andes desde hace más de mil años mediante la construcción y manejo de amunas, cochas y bofedales, entre otros sistemas. También se siembra agua en Sierra Nevada, España, desde la época de Al-Ándalus, mediante las acequias de careo. Destacar también al pueblo persa que hacia el año 1000 a.C. se le atribuye las construcciones de un sistema llamado Qnats consistentes en canales subterraneos que transportan el agua hacia manantiales.

El sistema de siembra y cosecha es sencillo. Consiste en derivar e infiltrar agua en el subsuelo y recuperarla en otros lugares unos meses o años después. No se trata de implorar a los dioses para que llueva, se trata de conocer los sistemas naturales de la Tierra y aprovecharlos sin dañarlos para que el agua no deje de brotar.

La siembra y cosecha del agua es un concepto acuñado en los Andes peruanos, donde se realiza desde antes de la llegada de los españoles. Con procedimientos ancestrales se recolecta el agua de lluvia y el agua de escorrentía superficial para infiltrarla (es decir, sembrarla) en los acuíferos. Cierto tiempo después el agua se recupera, se cosecha, a través de manantiales o en los ríos, y mediante la construcción de pozos y galerías.

Historia de los Distintos sistemas de cosecha del agua

Los primeros registros del riego en agricultura se remontan al año 6000 a.C. en Egipto y    en Mesopotamia (Irak e Irán en la actualidad). Sus pobladores utilizaban los patrones de riada del Nilo o del Tigris y Éufrates, respectivamente.
 Las inundaciones (de julio a diciembre), eran desviadas hacia los campos durante unos 40 ó 60 días. Luego se drenaba el agua hacia el río en el momento preciso del ciclo de cultivo.

Acueducto romano de les Ferreres. Tarragona. España.

Hacia el 3100 a.C, en la primera dinastía de Egipto, se construyó el primer proyecto de riego a gran escala, bajo el reinado del rey Menes. Se utilizaron presas y canales para dirigir las aguas de inundación del Nilo hacia el lago Moeris.

Sería ya un milenio más tarde cuando aparecieron las tuberías de cemento y de roca molida. Los famosos acueductos, una invención construida por los ingenieros romanos, permitía transportar el agua salvando los desniveles del terreno.

El rey babilónico Hamurabi, autor del famoso código jurídico, fue quien elaboró las primeras regulaciones sobre el agua. Tenía en consideración la distribución del agua de una manera proporcional, con base en la superficie labrada, también se definía la responsabilidad del agricultor de realizar mantenimiento de los canales de propiedad, así como la administración colectiva del canal por parte de todos sus usuarios.

En este punto de la historia, el desarrollo agrícola radicaba en una serie de técnicas para manejar el agua de riego a través de los sistemas de distribución y en la construcción de terrazas de cultivo. Se desarrollaban tecnologías enfocadas a mitigar los efectos de la erosión, aminorar las inundaciones, retener humedad, y permitir captaciones, traslados y almacenamientos.

Por otro lado, en la cultura azteca destacó el conocido como cultivo por chinampas, que consistía en una construcción de campos elevados dentro de una red de canales dragados sobre el lecho del lago. Así se reciclaban los nutrientes arrastrados por las lluvias. Los Mayas, que estaban asentados en la selva tropical, establecieron diferentes técnicas adecuadas para cada tipo de terreno: campos elevados en zonas inundables y terrenos con desnivel en zonas de excesiva humedad. Construían terrazas de cultivo sostenidas por muros, así podían modificar la pendiente del terreno, contribuyendo a preservar la humedad y a mejorar la fertilidad del suelo.

1.- Qanat

Esta técnica tuvo su origen en Persia hacia el año 1000 a. C., y se extendió hacia el este y el oeste, desde el norte de África (Marruecos, Argelia o Libia), Oriente Medio, Irán, y por Afganistán, hasta la India y China. Durante siglos las zonas para nuevos asentamientos correspondían a los lugares donde era posible la construcción de «qanats». Con diferentes nombres pero similares técnicas, este recurso hidrogeológico se ha desarrollado en otras zonas del Mediterráneo como Sicilia, y en la península ibérica con ejemplos interesantes en ciudades como Madrid (La Minaya aun en uso) o Córdoba. Asimismo, en América Latina se pueden encontrar restos de diversos tipos de «qanats» en Chile, México y Perú.

El qnat es una técnica de irrigación en la cual se excava un largo túnel en un terreno árido que permite acceder al agua de los acuíferos subterráneos para uso de la población local, manteniendo a grandes asentamientos a pesar de las condiciones ambientales hostiles. Los qanat comienzan como pozos profundos excavados en terrenos elevados y culminan en arroyos que fluyen por salidas hacia un asentamiento humano. Las salidas mantienen los asentamientos mediante el suministro de agua para las cosechas y agua potable para la población. Estas sencillas maravillas de la arquitectura antigua, accionadas solamente por la gravedad, permitieron a los asentamientos en climas áridos tener acceso fiable al agua, a veces durante siglos. Hoy en día, decenas de miles de qanat todavía funcionan en alrededor de 35 países en todo el mundo.

Qanat es “conducto” en árabe y es el término más usado entre los angloparlantes para referirse al sistema de irrigación. Los más antiguos ejemplos de qanat se han encontrado en la antigua Persia (actual Irán), Arabia, Irak y Turquía. La opinión más común es que los qanat son uno de los inventos e innovaciones de la antigua Persia y fueron difundidos por toda la región durante la expansión del Imperio aqueménida (c. 550-330 a. C.).

Sin embargo, una idea incipiente es que los qanat se originaron en Arabia meridional (en los actuales Omán y Emiratos Árabes Unidos) y luego se extendieron a Persia (actual Irán) o se desarrollaron en Persia independientemente. Más allá del lugar de origen exacto del qanat, la evidencia arqueológica sugiere que asentamientos tan antiguos como del año 1000 a. C. dependían de los sistemas de irrigación de qanat, lo que significa que los qanat tienen al menos 3000 años de antigüedad.

La trayectoria mediterránea de desarrollo sugiere que la conquista y reasentamiento fueron las fuerzas motrices detrás de la expansión de esta tecnología. Los romanos aprendieron de los persas y, posteriormente, conquistaron los territorios del norte de África, introduciendo la tecnología aprendida en estas regiones áridas de todo el Mediterráneo. Mientras tanto, los persas que buscaban refugio huyeron a través del Sahara llenvando con ellos sus avances tecnológicos.

Los qanat son similares a otros acueductos encontrados en las civilizaciones antiguas en el sentido de que transportan agua por medio de túneles subterráneos; sin embargo, difieren en que la fuente de suministro de agua de un qanat es el agua subterránea, en vez de un lago, río o manantial. Por ejemplo, el Imperio neoasirio (912-612 a. C.) desarrolló un sistema de acueductos alimentado por río que, incluso, contaba con el mismo tipo de pozos de ventilación verticales encontrados en los qanat. Con el tiempo, reyes famosos como Asurbanipal II, Tiglath Pileser III, Asarhaddon y Senaquerib añadieron túneles y canales a este sistema. Los contemporáneos de los asirios, tales como Israel, también construyeron acueductos subterráneos similares. En Israel, el rey Ezequías supervisó la construcción de un conducto abastecido por un manantial subterráneo. Incluso los renombrados acueductos romanos se alimentaban principalmente de manantiales y ríos hasta adoptar la tecnología de los qanat en sus territorios de Oriente Medio y el norte de África. Lo que diferenciaba a los qanat de sus homólogos era el uso de aguas subterráneas.

2.- Dujiangyan, el sistema de riego más antiguo del mundo

En el corazón de China se encuentra el Monte Qingcheng , en Dujiangyan. Es mundialmente conocido por sus templos, y más concretamente, por ser la cuna del Taoísmo pero posee también el sistema de riego más antiguo del mundo que se conserva.

El Sistema de Irrigación de Dujiangyan, fue construido alrededor del año 256 a.C. por el gobernador Li Bing y su hijo Er Lang. Su propósito era doble, en primer lugar evitar las inundaciones provocadas por el Río Min, e irrigar la planicie de Chengdu.

Funciona sin interrupción desde su creación hace más de 2.000 años y se ha ido modernizando hasta la actualidad. A día de hoy se usa para irrigar 5.300 kilómetros cuadrados de tierras, convirtiendo a la región en una de las más fértiles de China.

Durante el periodo de los “Reinos Combatientes”, los habitantes de las orillas del Rio Min eran asolados por inundaciones anuales. Además, el agua, que venía con mucha fuerza del deshielo primaveral, encajonada entre de las montañas, encontraba repentinamente en el valle mucha más superficie por la que discurrir, lo que hacía que disminuyera mucho su velocidad y provocaba gran acumulación de sedimentos.

Li Bing, que además de gobernador del estado de Qin, era hidrólogo e ingeniero de regadíos, investigó el problema y diseñó la infraestructura. Tras este periodo, el estado de Qin se convirtió en el más poderoso de China, en parte, por la riqueza generada por el regadío.

Como necesitaba mantener el paso del río abierto para las naves de guerra, Li Bing diseñó  un dique artificial que divide las aguas en un doble canal, el llamado canal exterior, y el canal interior.

Cuando el agua llega al Yuzui, cuya traducción sería dique “boca de pez” (por su forma similar) se dirige hacia el canal interior, que es más estrecho y profundo. Este canal es el que alimenta al sistema de regadío y puede transportar hasta el 60% del caudal máximo del río.

Cuando llega el deshielo, en primavera, el caudal del Río Min aumenta y el exceso de agua va hacia el canal exterior. Este canal es ancho y poco profundo, lo que hace que el agua vaya más lenta y precipiten los sedimentos que acarrea el río en esa época.

Si entra demasiada agua en el canal interior, porque el dique “boca de pez” no ha funcionado bien, metros más abajo, el Feishayan, o “azud de arena voladora”, devuelve el agua al canal exterior.

Se usaron más de 10.000 hombres en la construcción y se tardaron aproximadamente 4 años para el dique de “boca de pescado” y 8 años para el canal interior.

Para cavar este canal interior, tuvieron que demoler parte de una montaña. Sin maquinaria moderna, ni siquiera pólvora, que aún no se había inventado, para poder fracturar la roca con la que se encontraron, tenían que recurrir a otros métodos. Calentaban la roca con fuego y la enfriaban con agua, hasta que la fracturaban y la podían retirar.

Una gran innovación fue la forma de hacer los diques, mediante los llamados Zhulong, que eran cestas hechas con bambú y rellenas de piedras. Sería el origen de los “modernos” gaviones. Estos Zhulong se mantenían gracias a unos trípodes hechos de madera llamados Macha. En la actualidad están sustituidos por materiales y técnicas modernas.

3.- Amunas o mamanteo

Las Amunas, palabra de origen quechua que significa “retener”, también llamado mamanteo, son un sistema prehispánico de infraestructura hídrica proveniente de la cultura Wari con más de 1,400 años de antigüedad. Esta técnica ha sido conservada de generación en generación hasta la actualidad.

Esquema de funcionamiento del sistema de infiltración pre-inca. El agua se desvía durante la estación húmeda utilizando canales que transportan el exceso de agua durante la estación húmeda a zonas de alta permeabilidad. El agua penetra en el suelo y emerge en manantiales aguas abajo después de semanas o incluso meses, lo que proporciona agua durante la estación seca

Una de las principales preocupaciones de los antiguos peruanos fue el agua. Cómo retenerla, canalizarla, utilizarla de forma racional para cultivar en uno de los territorios más agrestes del planeta. Debieron hacerle frente a un mundo vertical y escarpado, donde las lluvias duraban apenas unos meses al año. Para ello, desarrollaron diversas tecnologías que les permitieron ganarle terreno a las montañas y al desierto, y ampliar notablemente su frontera agrícola. El resultado fue una población que, al tiempo de la Conquista, superaba los 10 millones de habitantes y decenas de miles de hectáreas dedicadas a la agricultura. Literalmente, tallaron los andes para construir canales, reservorios, andenerías, camellones, sistemas de riego y desfogue. Reflejo de esta batalla frente a la escasez y la dureza, la cosmovisión andina –sus ritos y celebraciones– fue, fundamentalmente, un culto al agua.

En tiempos modernos, numerosas comunidades a lo largo del territorio utilizan todavía estas técnicas heredadas de sus ancestros para conservar el más valioso de los recursos naturales. Por ejemplo, en la comunidad de Huamantanga, en la cuenca del río Rímac, en Lima, los pobladores tienen un sistema de recolección llamado el ‘mamanteo’ (de amamantar) o amunas (retención). Mediante sistemas de canales, derivan el agua que escurre por las empinadas laderas de sus tierras y la llevan hacia fisuras naturales. Una vez que el agua infiltra en el subsuelo se dirige lentamente hacia los ojos de agua o puquios ubicados casi dos mil metros más abajo incrementando la vida de los reservorios en la temporada de estío.

Así como las amunas, los antiguos peruanos desarrollaron otras técnicas como las qochas, la ampliación de bofedales, la creación de reservorios, entre otros que hoy han sido reconocidos por el Estado peruano.

La reforestación de las partes altas de la cuenca, así como la regeneración de los ecosistemas naturales como los bofedales son claves para la siembra y cosecha del agua. Los estudios preliminares realizados en Huamantanga gracias a la técnica del mamanteo indican que gracias a esta se podría aumentar la disponibilidad de agua en Lima hasta en 7.5% durante la temporada seca, un equivalente a 100 millones de metros cúbicos o 40 mil piscinas olímpicas.

Hoy más que nunca, mirar hacia atrás para seguir los pasos de nuestros antepasados puede resultar  la mejor solución para afrontar la crisis climática global. La historia y las tradiciones tienen aún mucho por enseñarnos sobre cómo vivir en armonía con la Madre Tierra y aprovechar lo mejor de lo que ella nos da.

Cocha o Reservorio en la zona alta de Moquegua. Cordillera de los Andes. Perú.

4.- Acequias de careo

Al sur de Andalucía está Sierra Nevada, una escarpada cordillera donde se encuentra el Mulhacén, el pico más alto de la península de 3479 metros de altitud. Allí, desde el siglo VIII vivían los musulmanes que desarrollaron un red de canales y presas que les permitían gestionar los recursos hídricos de la montaña a través de las llamadas acequias de careo. Lo que hacen literalmente es recoger el agua del deshielo a través de canaletas cavadas en la roca y filtrarlas a través de la montaña para que salga más abajo por bocas de agua.  

Lo que se hace es retener el agua en las laderas el máximo tiempo posible para retrasar su salida y tener caudal en verano. “Como dicen los labradores, entretienen el agua”.

Se cree que pudieron haber antecedentes romanos de este tipo de regadío, pero lo que trajeron los árabes fue el modo de administración del agua. El derecho al agua no estaba unido al propietario sino a la tierra, y los campesinos se agrupaban en comunidades de regantes para consensuar el riego.

La gestión del agua y el mantenimiento de los canales y los depósitos de agua era comunal. Tradicionalmente cada propietario tenía que acudir a las tareas de limpieza que se hacían cada año o contratar a alguien que acudiera en su lugar. En cierto modo, esto ayudaba a formar comunidad.  Actualmente esto se ha ido perdiendo, como parte de los procesos de cambio cultural y social y de pérdida del sentido comunitario”. 

Las acequias de careo favorecen una serie de beneficios ecosistémicos que no se reconocen por la sociedad ni por la administración. “Son corredores ecológicos y son también infraestructuras verdes y azules. Son ejemplos de las primeras Soluciones Basadas en la Naturaleza que tan de moda están ahora en el mundo anglosajón”. Estos sistemas históricos de regadíos generan una gran biodiversidad ya que hacen de abrevadero para animales y la extensión de la humedad ayuda a la expansión vegetal. Además, los canales hacen de cortafuegos.

Sin acequias no hay agricultura. Podrán en muchos casos ser sustituidas por sistemas de regadío a presión y una agricultura industrial orientada a la producción y exportación masiva con impactos negativos ambientales, culturales y sociales. Las acequias han demostrado ser enormemente sostenibles y resilientes a lo largo de generaciones. Ha generado paisajes llenos de valores que son clave para asegurar nuestro pasado y garantizar nuestro futuro.

Ruth Stout, la madre del acolchado


 

Ruth Imogen Stout nació el 14 de junio de 1884 en Girard, Kansas. Fue una autora estadounidense conocida por sus libros y técnicas de jardinería denominados «Sin trabajo» .

Se mudó a Nueva York cuando tenía 18 años y trabajó como niñera, contable , secretaria, gerente comercial y trabajadora de una fábrica. Era conferenciante y coordinaba debates y conferencias, también fue propietaria de una pequeña tienda de té en Greenwich Village. 

Se casó con Fred Rossiter en junio de 1929 a los 45 años. Rossiter, nació en Alemania en 1882. En marzo de 1930, la pareja se muda a una granja de 55 acres (220.000 m2 ) en Poverty Hollow, Redding Ridge, en las afueras de Redding , Connecticut y allí decide probar suerte en la jardinería. En la primavera de 1930, plantó su primer jardín. 

El porqué del método sin trabajo

Durante su primer año de jardinería y durante muchos años después, Ruth empleó técnicas y prácticas convencionales en su jardín con resultados mixtos. Contrataba a alguien para que arara los campos antes de poder empezar. Como frecuentemente esa persona solía retrasarse debido a distintos motivos con lo que perdía mucho tiempo acortándose la temporada de crecimiento y eso puso a prueba su paciencia. Además, el trabajo manual que implicaba plantar un jardín tradicional se volvió más de lo que podía realizar por sí misma. En la primavera de 1944, después de seguir el consejo de otros jardineros que utilizaban fertilizantes comerciales, «aerosoles venenosos» y tras arar durante quince años, decidió dejar de hacerlo. En lugar de eso, plantó las semillas y las cubrió, esperando a ver qué pasaba, y descubrió que el éxito era sorprendente.

El sistema Stout 

Stout afirmó que para tener éxito su sistema requería un mantillo espeso de al menos 8 pulgadas. Ella sugiere que si se comienza un nuevo jardín en un suelo pobre, es beneficioso arar estiércol durante el primer año y luego proceder con el mantillo, que se debe dejar en el jardín durante todo el año. Después del primer año, ya no es necesario arar y tampoco se necesitan pilas de abono : la «pila de abono» se mantiene en su lugar en los semilleros y en los senderos del jardín. El material de cobertura es una combinación de todo lo que se puede encontrar a mano, similar a los mismos materiales que se pueden encontrar en una pila de abono. 

A medida que pasaron los años, Stout perfeccionó sus técnicas y finalmente adoptó un mantillo para todo el año que prácticamente eliminó el trabajo asociado con la jardinería tradicional. Su enfoque minimalista generó una serie de artículos de larga duración en la revista Organic Gardening and Farming, así como varios libros. 

Muere en Redding, Conneticut el 22 de agosto de 1988 a la edad de 96 años.

Fuente: Wikipedia